domingo, 23 de noviembre de 2008

La muerte del amor y temas afines (ensayo)

Este es el segundo capítulo de un libro en proceso sobre La muerte del amor. Ese es el título provisional. A ver si está de acuerdo conmigo:

2. Entre feminismo y machismo hay culpas compartidas

Partimos de la premisa fundamental de que el feminismo contemporáneo está terriblemente equivocado, tanto como el machismo lo estuvo en la época del patriarcalismo. Establecemos que la igualdad de géneros es una ficción en la realidad y que en una etapa de transición como la actual, se generan muchas ideas torpes y confusas que traen como consecuencia una reiterada y creciente dificultad para establecer relaciones afectuosas y amorosas entre personas de diferente sexo, es decir, que tanto el machismo como el feminismo como son entendidos en la actualidad son culpables de desunir, de crear inseguridad y fracasos hasta el hastío en las relaciones heterosexuales.
El otro componente que afecta también es el creciente y usurpador materialismo de las nuevas generaciones, los conceptos de competencia, eficiencia y propiedad.
Para nadie es un secreto que el aumento de divorcios día con día es proporcionalmente inverso a la disminución de matrimonios. Para nadie es un secreto que las relaciones de pareja duraderas son una especie en extinción, ya lo diremos y analizaremos más adelante. Por ahora es preciso reconocer que hay un problema grave, de carencia no solo de valores relacionados con el concepto romántico del amor, sino con los conceptos de individualidad y materialismo ligados a la visión de mundo contemporánea que se esparce tanto en el feminismo como en el machismo.
También sabemos que el machismo otrora ligado a conceptos patriarcales fue y ha sido tremendamente destructivo de relaciones de pareja sanas, aunque se le debe reconocer que las hacía duraderas, en claro perjuicio de las mujeres, madres e hijas. También sabemos que fueron las mujeres quienes reprodujeron esa “enseñanza” machista en las mismas mujeres, fueron víctimas y cómplices como bien lo comprueba Yadira Calvo en su libro mayor (Calvo Yadira, ECR).
Lo que nos toca ahora es reconocer que el feminismo está construyendo y difuminando un estado de cosas que conduce a una situación igual o peor a la anterior. El feminismo está viendo el tema como una confrontación y ahí está el germen de su gran error. Plantear las relaciones de género como una disputa entre hombres y mujeres lleva al círculo vicioso de la violencia y la disputa, lo que sin duda no podrá generar nada positivo de las relaciones heterosexuales. Ni de cualquier relación entre seres humanos.
Las mujeres han aprendido muy bien la “enseñanza” de ese feminismo falso y ahora ven a los hombres como victimarios por definición, amenazas y enemigos a vencer, antes de que ellos sean los vencedores. El problema es que al final ambos son perdedores. El hombre (y la mujer) se convierte en un enemigo necesario, como dice una canción “No puedo vivir con ella, pero sin ella tampoco”.
El hombre se convierte en lo cotidiano en una criatura necesaria para la convivencia, para tener compañía, sexualidad, protección y, con más fuerza en la actualidad, un proveedor de beneficios materiales o aparenciales. Del hombre, la mujer ahora quiere obtener lo que le conviene y no necesariamente hablamos de amor, afecto o compañía en el sentido romántico o incluso en el sentido del honor y los valores ligados. Si el hombre es rico tendrá su mayor “plus” para ser codiciado. Y seamos francos, pero en la mayoría de mentes femeninas heterosexuales ese concepto materialista, interesado, tiene un peso muy importante, sino el más importante.

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