martes, 18 de septiembre de 2012

Centro Literario Carmen Naranjo y eso de dispararse al pie

Durante muchos años los promotores literarios de este país -me incluyo sin falsas o equívocas modestias- peleamos sin temor a dispararnos en el pie para que el Ministerio de Cultura recordara que la cultura incluye también a las artes literarias.

Cuando entrevistamos, con ilusión, al ministro Obregón sobre lo que haría en su administración por la literatura, nos comentó que había estado en conversaciones con Dorelia Barahona y Alfonso Chase, que además ahí estaba Carlos Cortés (estos dos abiertos simpatizantes en campaña de Laura Chinchilla y del PLN; la esposa de Cortés -Lourdes Cortés- había sido incluso la representante del PLN en un debate sobre cultura) y otros insignes acercamientos.

Casi dos años después, cuando se confirmó que PROARTES no podría incluir a la literatura -a pesar de la obvia ignorancia de Obregón quien dijo que sí lo lograría-, y que no había planes concretos para esta disciplina creativa, entonces surgió la idea de tomar el espacio de la antigua estación de trenes al Atlántico, que sería cedida parcialmente al MCJ, para crear un espacio literario.

Fue don Iván Rodríguez, un esforzado y talentoso productor musical, viceministro, ex director del FIA, co-dueño de Jazz Café y ex del grupo Malpaís, a quien se le asignó la tarea. Sin embargo, don Iván de literatura sabe lo que yo de tocar el violín, de ahí que ante las críticas don Iván fue acercándose a las figuras mencionadas y otras que fueron siendo recomendadas, no sabemos por quién o desde dónde. Entonces, ante la falta de personal y de presupuesto para crear una entidad nueva, reciclaron el Colegio de Costa Rica para que fuera sede de lo que vendría a ser el Centro Literario Carmen Naranjo, a propósito de su reciente fallecimiento.

El viceministro, el viceministerio, consiguió entonces presupuesto para realizar las primeras ideas que surgieron: becas, talleres y, ahora, unos conversatorios exclusivos para la literatura. Desde lo posible, me pareció en principio que las becas eran urgentes y necesarias para llenar el espacio de recursos que PROARTES negaba a la literatura. Había sido evidente que para la anterior ministra, María Elena Carballo, la literatura nunca fue parte de su mandato, a pesar de su agraciado proceder con el presupuesto de cultura.

Sin embargo, otra vez sin temor de dispararnos al pie -como diría Alfredo Aguilar del Colegio de Costa Rica en una nota de Culturacr.net- nos pareció contradictorio el mecanismo para otorgar las becas literarias. El resultado y las dudas permearon la primera entrega, aunque los proyectos elegidos fueron muy valiosos. Este mismo año una segunda convocatoria ha dado más oportunidad a nuevas propuestas, pero serán los mismos quienes decidirán los ganadores, y lo harán con el mismo procedimiento. El común denominador en estos casos fue la desinformación sobre cómo se estaban haciendo las cosas (ver detalle en el enlace).

Los talleres y los conversatorios, sin embargo, no han sido más que refritos de lo que ya el medio literario tenía. Los talleres literarios, por ejemplo, han venido a competir con otros talleres ya existentes, más bien contrayendo la demanda y perjudicando los esfuerzos privados e independientes que ya existían (disparándoles al pie a los esfuerzos ya existentes). Aquí por lo menos se benefició a estudiantes y personas sin recursos para que pudieran llevar los talleres, perpetuando el mito de que el trabajo literario no debe pagarse ni lo merece. Sin embargo, la mitad de los asistentes a estos talleres los abandonó después de la primera clase o antes de terminar.

Los conversatorios, por su parte, vinieron a convertirse en una extensión de la discusión académica, impartidos por académicos, sobre temas literarios, que ya existían en las universidades -libres para el público- y en centros culturales. Estas dos iniciativas no vinieron a aportar nada nuevo al medio, sino a posicionar personajes en otros espacios, por eso ya no era raro que los amigos de la Comisión Asesora fueran los invitados a dar talleres y charlas pagados por el MCJ; es decir, a perpetuar el comportamiento sectario y de argolla que ya se tenía.

En este momento, también fue claro que falta(ba)n las ideas y la acción para mejorar la literatura costarricense. Por ejemplo, a nivel propositivo, en lugar de talleres y conversatorios repetitivos en el Valle Central, mentira: en San José Amón, no se pensó en abrir la posibilidad de llevar a la periferia costarricense la oportunidad de los talleres y los recursos para incentivar los talentos de zonas alejadas. Presentamos un proyecto, como beca, con este propósito, y fue ignorado: claro, habíamos sido críticos de lo que sucedía y para ellos nos habíamos disparado en el pie. Volvimos a enviar el proyecto, ¿será ahora leído y favorecido?

Otro ejemplo, en esta línea, es la carencia notable en financiamiento de esfuerzos de promoción de la literatura que ya existe. ¿Por qué no financiar aquellas formas que acerquen el libro y a los autores a las comunidades? Yo tengo mi respuesta: porque así no interesa a quienes ahora mandan y deciden en la Comisión Asesora de El Centro. Así funciona y por eso es aquí donde se debe regular, y donde los líderes verdaderos, que quieren mejorar y mover la literatura, deben actuar en consecuencia.

La literatura requiere que los libros, los autores, las lecturas sean llevadas a las comunidades, que se abran espacios comerciales en las cabeceras de cantón y que se financien programas de ferias libreras en esas comunidades, ante la evidente inercia de la Cámara del Libro. No es necesario que los escritores reconocidos y los académicos sigan sus perorata de élite literaria, lloviendo sobre mojado, entorno a la literatura urbana y de los espacios vallecentristas, que de paso ya han llovido tanto que la misma gente no los apoya y no asiste.

El Centro Literario Carmen Naranjo requiere una revisión a tiempo, donde se convoque a gente con ideas y dinámica, no a gente que siga aportando el mismo refrito de siempre y que piensen que por el hecho de hacerlo ad honorem ya hacen mucho... Se requiere diversidad literaria y se requiere gente que quiera moverlo, no que quieran figurar a partir de él. En este país hay mucha de esa gente, con ideas, con ganas de implementarlas y que, aunque lo digan disparándose al pie, merecen atención al mérito y al espacio. Son los críticos que construyen quienes cambian y hacen de un tema una reforma. Este Centro es un espacio genial, fantástico diría el español, un esfuerzo muy importante, para dejarlo irse como barquito de papel en medio temporal...

Es muy peligroso que este lugar y estos recursos se conviertan en algo así como lo que ha sucedido con la Editorial Costa Rica durante muchos años: directores ad perpetuam que después de 4 años ya no aportan nada interesante y solamente están ahí para dar validez a sus posiciones académicas, una especie de vacas sagradas que no permiten a otras personas hacer crecer la institución.

La literatura, como la cultura, de este país quizás merezcan algo mejor.

2 comentarios:

Roncahuita dijo...

Magnífica iniciativa. Buena reflexión.

Geovanny Debrús Jiménez dijo...

Evelyn Ugalde escribió esto para compartir:

"Hay descoordonacion y muy mala comunicacion desde antes de las becas. Yo quiero que este proyecto camine, propongo y no se escucha. Espero que todo mejore por el bien devla literatura pero coincido con Geovanny y no lo niego hay mucho que mejorar. Bien porque se haga mas que antes! Excelente, pero que se hagan bien las cosas, no es mucho pedir."