martes, 20 de julio de 2010

Mirar para afuera, sobre idiosincrasia costarricense y escritores

Orinar y pensar, dos cosas que un hombre ebrio no puede hacer al unísono. Ir de pie en un bus diseñado y con espacio para una fila, pero exigen DOS "porque todos tienen derecho a irse", y además sin contar con segundo piso cuando el automotor está repleto. Escuchar a un mendigo dando un sermón mejor que el de un Pastor pentecostal para obtener una limosna. Ser prácticamente amenazado por un vendedor de "postales de 100" en un bus, junto con otros pasajeros, con el chantaje de "colaboren conmigo porque es mejor; así no los estoy robando y si alguien me ofende echo pa lante". Son ejemplos de tragicomedias cotidianas ticas, que se pueden comparar con el desarrollo mismo del país y de lo que somos.

Le pedimos a los políticos que no sean como somos. Les pedimos que sean ordenados, que arreglen el desmadre producto de la falta de planificación pasada en unos años, pero en nuestras casas, trabajos y vidas somos peores que ellos. Le pedimos a nuestros hijos que no fumen, pero lo hacemos frente a ellos.

Y los escritores le pedimos a los lectores que nos lean, pero nosotros no los leemos a ellos, solo a nosotros mismos.

Láscaris, Isaac Felipe Azofeifa y Abelardo Bonilla son al menos tres autores que han hurgado en el ser costarricense, con bastante éxito. En la actualidad no tenemos que inventar el agua tibia con sal, poco ha cambiado de como ellos lo plantearon.

Después de muchos años de observar y tratar de comprender el comportamiento de los escritores costarricenses he llegado a una conclusión desalentadora: los escritores ticos no son más especiales, ni muy diferentes, del costarricense promedio. Son choteadores, serrucha pisos, con mentalidad aldeana, ególatras, sufren de "pueril satisfacción de sí mismos" (Azofeifa, La isla que somos), rebeldes de causas efímeras, sin constancia ni capacidad colaboradora. La diferencia es que los escritores saben hacer (y ser) todo eso, pero con más inteligencia y, lamentablemente, siendo más conscientes de ello. El tico inocente, coloquial, el promedio de la calle, no lo sabe, solo sabe ser como ha aprendido en el territorio de estas cuatro fronteras.

Por eso no es de extrañar que los escritores (y artistas) nacionales tengan mejor oportunidad en el extranjero que en su propia tierra. De hecho, los únicos best sellers conocidos son de autores ticos en el extranjero, como José León Sánchez. Con algunas breves excepciones.

Por supuesto también hay que considerar la otra parte, la de un país sin hábito por la lectura y de una mentalidad que desdeña lo nacional sobre lo extranjero. Pero aquí tratamos de vernos en el espejo propio, no en el fácil: el de los demás, el que usamos normalmente, el de echarle la culpa siempre a los demás, a los otros.

Nuestro aldeanismo literario sobrepasa lo increíble. Le pedimos a los lectores que hagan dos filas en el bus, pero le damos espacio solo para una. Es decir, les pedimos que nos lean pero les damos productos literarios pensados solamente desde el ego literario, desde mi grandilocuencia como genio y super dotado.

Cuando los escritores, como los costarricenses, empecemos a ver para afuera quizás tengamos mejor suerte y trascendencia.

jueves, 8 de julio de 2010

Hablemos de redes sociales y verdades...

Tenemos palabras, tenemos memoria, tenemos Facebook y Twitter, incluso Hi5 para algunos que van en el asiento trasero (parafraseando a Sabina). "Tenemos el rock y la droga" dice la canción (Nos sobran los motivos), "más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas". Las redes sociales son, además de otras cosas, una droga moderna, una forma que tenemos muchos para sacar a flote nuestras palabras, algo de nuestro rock interno; aunque sean puras tonterías, una catarsis de juegos...Veamos:

El crítico de cine y teatro, William Venegas, renunció al Facebook hace unos días y dio sus razones en su blog. "La cultura se ensucia en Facebook. Salgo de Facebook", dijo Venagas. "Me siento menos tonto sin estar en ese medio globalizado que ahora será de estulticia y pereza ajenas", afirmó. No lo culpo, aunque no comporta todas sus razones. William además agregó que le dolía ver gente que creía inteligente convertirse en tontos, o superfluos transeúntes, así lo entendí. "No sé dónde me engañan, si en Facebook o cuando hablan conmigo", dice en su post.

Rescato esos argumentos del crítico porque son, menos o más, los que comparto. En uno se equivocó, yo no puedo esperar que todos piensen como yo, pero sí puedo esperar al menos que al menos una buena parte piensen. Pero no, en realidad no es así, porque si partimos de la premisa que las redes sociales son una droga o una memoria para no cortarse las venas, sin duda entonces veremos las facetas que implica cada persona, desde su estupidez propia hasta su genialidad. Claro, también hay quienes se exceden en genialidades (incluya sarcasmo).

Entonces se podrá decir: "cada quien decide a quien sigue o a quien quiere configurar para poder leer lo que publica". Puede ser, pero si alguien tiene tiempo para ponerse a hacerlo, que normalmente no es así, de manera que igual te atrapa la red, esa red de pescar.

Pero debemos hurgar en las verdades, en las posibles. El Facebook es la más exitosa de todas las redes, pero desde que algunas cosas cambiaron, su uso se ajustó un poco y se hizo confuso. Asimismo, desde que los medios televisivos e impresos empezaron a decir que las redes son una forma excelente de comercialización barata, la cosa empeoró. Antes veíamos los eventos, las invitaciones a páginas, los mensajes privados, los "causes", entre otros; pero ahora eso solo lo hacen los más fiebres. Es exagerada la cantidad de ellos como para sentarse una o dos horas todos los días a revisarlos uno por uno, marcar si asistiré o no, y así por el estilo. En realidad muy pocos lo detallan, la mayoría borran sin revisar. Pero eso no es todo, hay otra verdad: aunque 300 (de 1000 por decir un número) te marquen que asistirán a un evento, en realidad puede que te lleguen 5. Y quizás 5 amigos cercanos, que además usan FB. Con los mensajes es parecido, con un poco más de acertividad, pero con grandes dificultades para enviar a mucha gente a la vez.

El Twitter es otra red engañosa, fuertemente engañosa. Usted puede observar gente que tiene hasta 2000 followers (seguidores), pero en realidad -a no ser que sea una estrella famosa- se trata de un "tuitero" viejo, de los iniciales, que ha ido acumulando. De 1000 seguidores, con suerte habrá un 10% que en verdad esté activos y te sigan. La gran mayoría de inscritos en Twitter han abandonado a la primera oportunidad, algunos se esfuerzan y llegan con suerte a la tercera vez. Decir que una red social crece o es grande por el número de perfiles creados es una gran mentira, particularmente en el Twitter. Además, el Twitter, con el uso de algunas herramientas como el Tweetdeck se convirtió en un chat en el que en realidad participan unos pocos. La gran mayoría son emisores, desde sus celulares, o desde casa quizás, de frases, enlaces o tonterías (la gran mayoría) que nadie lee. El Twitter es un gran desierto, muchísima arena (emisores) con exiguos oasis (receptores). Todos hablan, nadie escucha. Comunicación disfuncional.

Los medios de comunicación son los grandes beneficiadores de las redes sociales. Ellos pueden orientar visitas a sus sitios desde estas redes, con enlaces de noticias o comunicaciones de todo tipo; pero aún así cada día menos. En CulturaCR.NET la "visitación" desde FB y Twitter era importante, ahora es de la mitad, mientras la visita directa y la procedencia desde Google va en aumento. Con ese dato puedo afirmar que en realidad el efecto o impacto de las notas que publicamos va mermando en las redes sociales, aunque sean las mismas de siempre o incluso mejoren en popularidad y atractivo. La gente se va desinteresando, se cansa y ya no sigue con la misma pasión a los informantes. ¿A qué se debe? Sencillo: si tiene una mesa repleta de toda clase de manjares llegará un momento en que no quieras ni siquiera comer caviar. Antes no los tenías y la posibilidad te entusiasmó. Ahora, la pasión se desvanece y empiezas a considerar la posibilidad de hacer otras actividades, de paso en beneficio de tu salud física y mental.

¿Las redes sociales van en decaída? Es difícil saberlo, no lo creo en inicio, porque siempre habrá gente nueva que quiera experimentarlas, pero sí tengo certeza que la vida útil de ellas para UN mortal no es superior a quizás uno o dos años. O, en el caso más positivo, su interés puede ser intermitente y ambiguo.

Participar en las redes es decisión de cada uno, no todo es estúpido, igual encontrarás estupideces en la calle, frente a frente con alguien, no es sano, pero es quizás la droga más sana que haya para no cortarse de un tajo las venas, y expresarse, una necesidad ineludible del ser humano. No obstante, siempre será mejor salir a correr, mejenguear, nadar, a la playa, la montaña, o simplemente a conversar con alguien interesante. Y usted, ¿es de quienes las defienden a capa y espada, como muchos tuiteros adictos y orgullosos de serlo, o prefiere salir a caminar?