jueves, 18 de noviembre de 2010

La mierda que discurre por la ciudad de San José

Es un hombre, un ser humano, pero cuando viene de frente todos cruzan la calle y se descomponen ante el hedor de su mierda. Deja una estela de hasta una cuadra de una peste para la cual él ya está inmune. El excremento se le sale por la cintura del pantalón, se desparrama por su trasero y él camina como si nada pasara.

Este otro también es un hombre. Está tirado entre la malla que da al Hospital San Juan de Dios y la acera donde pasan todos, incluidas mujeres embarazadas, niños y adultos mayores. Un chorro de diarrea "circula" por los canales que deja el deterioro en la acera, el pantalón parece de modo: tiene una mancha amarilla en el trasero y se le cae desde su cintura; le rendija muestra el camino de la podredumbre humana.

Este es negrito, pero no tanto como sus pies, entonces un gargajo marca Diablo es expulsado como una afrenta hacia el caño, el verdoso se mezcla con los pedazos de garganta que se desprenden después del crack, o de las bacterias, qué sé yo. A la parada de los buses de Tibás llegan en cantidad, se sientan en la fila y la gente debe esquivarlos, soportar los malos olores, la contaminación, el desagrado y hasta unos discursos asombrosos: la sobrevivencia los convierte en unos oradores muy persuasivos y hasta convincentes. Logran sus monedas de 100 al rato: con 500 tendrán una dosis de piedra a unos metros de ahí.

Al ver al segundo en el Hospital San Juan de Dios, el día de hoy, me acerco a un par de policías de la fuerza pública que van caminando y pasan junto a él, sin mutarse, y les pregunto:

- ¿Ustedes no denuncian eso al Ministerio de Salud o hacen algo?
- ¿Para qué? De por sí no hacen nada.
- ¿Pero ustedes informan a las autoridades para evitar la contaminación?
- Sí, pero no hacen nada.
- ¿No hay forma de que el Ministerio o ustedes hagan algo?
- Informamos, pero no hacen nada.
- Y entonces, ¿qué pasa con ellos?
- Diay, a veces unos compañeros se los llevan a la cárcel y les meten manguera...

A los 50 metros dos policías municipales miran e ignoran también.

Quizás usted piense, otra vez este escritor hablando de las cosas negativas del Mundo. Y es cierto, esta vez, pero quisiera hablar de otras cosas. Quisiera decir que andaba por San José y andaba en una ciudad limpia y llena de alegría, pero no es así. Noviembre es especialmente cargado y tedioso, empiezan a llegar cientos de mendigos, son humanos, pero viven como desechos de aguas negras. La ciudad es mejor ahora, tiene mejores áreas para la recreación, para la vista, para caminar, pero se debe hacer algo realmente efectivo por estas personas que ya no tienen nariz, ni conciencia, y no sé si el alma...

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cuando la muerte no alcanza

Me contó el buen amigo Benedito Víquez, docente de literatura de la UCR pensionado que, según su registro personal, me convertí en el escritor costarricense número 331 en publicar una novela el pasado jueves 4 de noviembre, al presentar "Cuando la muerte no alcanza"; esa épica basada en la vida, mito y leyenda de Garabeet (Garabito), el héroe aborigen que resistió ante la Conquista de los territorios del Pacífico y Valle Central de la ahora Costa Rica. Asimismo, la novela pasó a ser la número 660 en la historia del país.

Mi novela ya ha tenido algunos comentarios interesantes, el primero sin duda el prólogo de Tatiana Lobo; quien empujó con su pluma y su confianza en mí. El segundo muy particular de Santiago Porras, que fue escrito para la presentación y usted lo puede leer en Clubdelibros. Asimismo, por si acaso, aquí le dejo también la nota que publicamos en CulturaCR.NET en donde se describe la idea del libro.

Si no hubiera sido porque ese día sucedió el fatídico deslave en San Antonio de Escazú, con saldo de más de una veintena de muertes, ese día hubiera sido muy especial para mí. Aunado al desapoyo familiar a una actividad como la literatura que es para ellos como andar con un extraterrestre y las ingentes lluvias que amedrentaron a más de un perezoso, o que complicaron a algunos en su recorrido por la brutal y deprimida San José del 4 de noviembre.

A todos, los que fueron o no, un agradecimiento por sus apoyos en general. Especialmente a don Óscar Castillo (Uruk editores) por creer en esta novela, tanto que me lo dice cada vez que puede. Más aún agradeceré desde muy dentro a quienes la lean y la comenten, incluso si el comentario no es halagüeño; la crítica (siempre lo he pensado) debe ser un instrumento de autoanálisis, de mejora y crecimiento permanente. Agradezco al que critica mal, porque al menos se tomó el tiempo de hacerlo, mientras algunos prejuician la obra por razones personales sin leerla; esos acuden al serrucho, la hipocresía, el choteo burlesco y la peor de todas: el ninguneo.

"Cuando la muerte no alcanza" está a sus órdenes, ojalá la puedan disfrutar, degustar y sentir. Yo lo hice, y mucho.

Para quienes deseen comprar el libro por Internet aquí les dejo el enlace de la Librería Virtual de CulturaCR, yo mismo se los envío con una firmita de aprecio.

http://www.culturacr.net/libreriavirtual.html

Los espero en este encuentro que tenemos a través de una obra literaria.