martes, 25 de septiembre de 2012

La ficción del Padre Nuestro del ministro Garnier (CUENTO)


Espero les gusta este relato parodia e intertexto con el polémico del Ministro Leonardo Garnier "Y amén"... 


La ficción del Padre Nuestro


Para don Leonardo Garnier, coautor y personaje.

            Como un atribulado estúpido di la vuelta para encontrarme otro monótono plano de una calle en la urbe, sentí el refilón de viento que me empujaba hacia el sur, hacia el parque.
            Al salir de la empresa, que me había jurado pisar por última vez en ese instante, los escuché rezando “Padre nuestro que estás en el cielo…”, todos, incluido el jefe, haciendo sus patéticas oraciones frente al portal. Era enero ciertamente y el despido me vino como una insolación de mierda.
            Padre nuestro que estás en el cielo. ¿Padre? ¿Qué padre? ¿Padre de quién? Porque decir padre de todos, es como decir padre de nadie. Y por lo que hace al cielo, será el de anoche, cuando llovía a cántaros y sin parar hasta que se inundó la calle de enfrente, el cielo que me anunciaba la patada en el trasero que me darían hoy…
            Tan lindos, sentados con las manos entre las piernas, como protegiéndose de la aberración que es el sexo para ellos, los cristianos.
            Santificado sea tu nombre. Curiosa ofrenda: santificado sea tu nombre cuando no sabemos siquiera cuál es tu nombre. ¿Guillermo, Jorge... o tal vez Carmen? Porque Dios son todos los dioses; Yahvé, es sólo el dios de los judíos y Jesús, es tu hijo (buen padre serás, que en vez de un par de nalgadas lo clavaste en esos palos a pagar pecados ajenos ¡qué bruto!).
            Y yo caminando con el estómago ardiendo como el infierno mismo. Venga a nosotros tu Reino. Será solo así que lo veamos, porque ir nosotros a él está difícil... si no sabemos ni dónde queda, ni si valdrá la pena. Y este reino en particular no lo quiero ni para obsequiárselo a mi peor enemigo. Un reino de crueldades, miserias y cosas horribles para nosotros, los hombres. Ya quiso Debravo, el poeta costarricense tan querido, darle consejos a Cristo allá por 1960, pero ¡qué iluso! 
            “Por eso te propongo que en este año/ aún recién nacido/ vengas a visitarnos con frecuencia/ y nos ayudes a buscar caminos./ Podrías darles lecciones a los curas/ recordarles lo que es el Cristianismo”, escribió el ingenuo. Este Mundo apesta, cómo podré decirle a mis hijos que nuevamente me despidieron, qué me van a creer si en cada trabajo antes de los 3 meses me echan para no pagarme ni un cinco de prestaciones…
            Hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo. Pues por eso digo lo del cielo, porque si juzgamos por los últimos dos o tres tristes milenios, lo que es la tierra ha sido un desastre tras otro; así que si por la víspera se saca el día, ni me imagino el despelote celestial que nos espera. Y si tu voluntad es que yo pase 3 meses comiendo arroz y frijoles, para luego pasar 6 comiendo mierda, pues muy bella tu voluntad aquí en la tierra.
            Dicen que uno cuando está cerca del suicidio, se enfrenta a milagros que lo evitan, si no convenía. Que esa es la voluntad de Dios. Pero yo no creo nada, no me trago ni mierda.
            Esta es la que más me gusta, me va exacta a mí, la eterna y angustiante búsqueda del pan. Danos hoy nuestro pan de cada día. Bonita cosa: ¡pan! A estas alturas del siglo veinte ¿veintiuno? sí, pero la fuerza de la costumbre es fuerte, aunque ya sólo el mal recuerdo nos queda del finado siglo veinte, a estas alturas y nos venís con ‘pan’... ni siquiera pan con mantequilla, o un poco de queso tierno... y lo peor es que ni el pan ha alcanzado nunca para todos... si para tacaños no hacía falta ir tan largo.
            No nos dejes caer en la tentación. ¿Y entonces? ¿Para qué las tentaciones? ¿Para hacernos sufrir de la cólera? ¿Para que los que caen en ellas se sientan mal por su falta de voluntad, por su debilidad frente a los buenos, por el miedo de la condenación eterna? ¿O más bien para que los buenos se sientan mal al resistir tus tentaciones, podridos de envidia frente al goce de los malos, temiendo ser víctimas de una de tus malas pasadas cada vez que recuerdan aquel viejo chiste, el de ‘no era pecado’? La tentación, si ya hasta la doña me dijo que sexo ni la palabra, porque en la iglesia le dijeron que si vivimos en unión libre estamos en pecado. Tentaciones, la gran sátira del Mundo.
            Cuando llegué al parque me encontré entonces de frente, como si me jalara con imán, con aquel viejo canoso, pelo largo y tupido. Me pareció haberlo visto alguna vez, estaba triste como un zagüate recién apaleado, sentado y mirando hacia el sueño.
            Para llegar al puente desde donde pensaba tirarme me quedaban dos cuadras apenas, así que ni prisa ni más, me senté a su lado. Me senté a su lado y pude notar que su traje entero gozaba de buena salud en telas y cortes, olía bien, pero la barba y el amplio cabello le invadían el rostro. Entonces noté que se trataba de más ni menos que el Ministro de Educación. Le pregunté por qué se sentía mal, me respondió con su voz fluida, casi ligera casi ronca:
-       Tengo años de estar luchando por unas guías sexuales para que los jóvenes aprendan sobre el sexo humano sin prejuicios, pero la religión me lo ha impedido, y ya estoy atribulado.
-       Mirá lo que son las cosas, yo voy a suicidarme porque por enésima vez he perdido mi trabajo –le agregué.
-       No es tiempo para arrugarse –me dijo.
-       Y además vengo diciéndome un Padre Nuestro antes de colgar las tenis, pero no me convence, así que lo vengo parodiando…
El Ministro se levantó entonces y me dijo, mientras me llevaba por el hombro hacia a algún lugar:
-       Si querés te lo concluyo.
-       Y líbranos del mal –le dije.
-       ¿Líbranos del mal? Pero es que si algo nunca hiciste fue eso, librarnos del mal. ¿Y... si antes sólo era la nada... quién creó el mal? ¿No? Y amén.
Caminamos juntos hacia un acogedor bar, donde me invitó a una copa de vino y me dijo: voy a escribir tu cuento, ahora necesito que me digás la parodia completa del Padre Nuestro.
Me explicó que dirían mucho de ese cuento, pero a nadie le contaría que en realidad era un plan suyo, una conspiración, para hacerse la víctima de la intolerancia religiosa, y lograr llevar a feliz puerto las guías sexuales. En realidad no sabían qué tan astuto puede ser. Luego se volteó hacia mí con su típica sonrisa y me cerró:
-No hombre, eso también es ficción. Y rió a boca distendida por largo rato, mientras yo, aún digiriendo el buen vino, me recosté un poco, y respiré bastante.

            Geovanny Debrús Jiménez

Presentación de mi próxima novela "Una sola huella", Centro Cultural Español, martes 27 de noviembre de 2012, 7 pm.  Será un gusto verlo ese día, queda cordialmente invitado(a).


2 comentarios:

Geovanny Debrús Jiménez dijo...

Agregado:

Y agregó:
- Y tampoco te vas a suicidar.

guerreropacifico31@gmail.com dijo...


La otra mirada


Padre nuestro, que estás en las flores, en el canto de los pájaros, en el amanecer y en el atardecer, en el corazón latiendo; que estás en la compasión, la caridad, la paciencia y el gesto de perdón.

Padre nuestro, que estás en mí, que estás en ese que yo amo, en ese que me hiere, en aquel que busca la verdad y en todos y cada uno de mis hermanos.

Santificado sea por siempre tu nombre por todo lo que es bello, bueno, justo y misericordioso.

Venga a nosotros tu reino de paz y justicia, fe, esperanza, caridad, luz y amor.

Hágase tu real voluntad, porque mis ruegos reproducen más mi orgullo, que mis necesidades reales. Tu sabes lo que es lo mejor para mí.

Perdóname todas mis ofensas, mis errores, mis faltas. Perdona cuando se vuelve frío mi corazón; cuando no fluyo en tu Amor.

Perdóname, así como yo pueda y deba perdonar a aquellos que me ofenden, incluso cuando mi corazón esté herido.

No me dejes caer en las tentaciones del ego, en los errores, los vicios, la crítica, la destrucción, el miedo y el egoísmo.

Y libra mi vida de todo mal, de toda violencia, de todo infortunio, de toda enfermedad. Líbrame de todo el dolor, de toda tristeza y de toda desilusión.

Pero, aún así, cuando tales dificultades sean necesarias como un gran aprendizaje, que yo tenga la entereza, la fuerza y el coraje de decir: ¡Gracias, padre, por esta lección!

¡¡¡Que así sea!!! —