domingo, 29 de agosto de 2010

La Feria del libro y el éxtasis

Cada año asistir a la Feria del Libro se me asemeja a todo un orgasmo librero. La emoción me invade y normalmente termino con algunos amigos escritores tomándome algunas birras en algún lado.

El sábado pasado fue la inauguración en un evento largo y cansado, contexto idea para encontrarme con amigos que aprecio muchísimo: los humanos y los libros. Estaba buscando yo un libro de Lezama Lima en la EUCR, hincado, cuando de repente estaba al frente saludándome don Leonardo Garnier, me pareció cómico en principio. Pero después recordé cómo siempre me sorprende esa posibilidad que tenemos los costarricenses de tener amistad y saludar con sinceridad a personas que se suponen nuestros antagónicos políticos. Incluso ser buen amigo de ellos. Todos saben que yo soy anti Arias y anti PLN actual, pero el Ministro de Educación reconoce mi trabajo y es una persona que conversa conmigo con toda naturalidad. Unos 700 kilómetros hacia el norte, en Honduras, eso no es posible. En Nicaragua tampoco, a pesar de la paz que tienen actualmente. En la mayoría de los países del Mundo es un hecho que eso no es posible.

Al rato estaba hablando con los escritores Alfonso Chase -Premio MAGON y también liberacionista que dio su apoyo a Laura Chinchilla-, los poco interesados en la política y sí mucho en la literatura como Guillermo Barquero y Juan Murillo (eso dicen), tanto como con don Fernando Durán Ayanegui, Santiago Porras o don Víctor de la Editorial Costa Rica. Margarita Mora de la Lehmann, Rigel Mena o don Ramón Mena de la Librería Francesa, con Cristina de la Editorial de la UCR, con tantísima gente que me llevaría rato nombrar. Lo que quiero decir con esto es que la Feria del Libro es un lugar de encuentro entrañable para mí, la emoción me sobrepasa tanto que hasta las miradas suspicaces que me hacen algunos me pasan desapercibidas. Podría irme a pasar tardes enteras ahí.

Algunas editoriales y librerías nunca innovan, todos los años ofrecen lo mismo, las mismas promociones y los eventos similares. Este año Uruk participa con una amplia colección, Cuba y Venezuela traen cosas interesantes. Estuve tres horas hurgando en anaqueles, uno tras otras, pero mi cansancio me venció, y aún así no terminé de observar todos los puestos. No se puede, quizás en dos tardes completas alguien pueda hacerlo con el detenimiento que se merece.

Quizás nos encontremos en la Feria, quizás pueda recomendarle unos cuantos libros que vi y que valen la pena en su relación dinero/calidad. Acérquese a los libros y aproveche. Quizás para usted no sean un éxtasis como para mí, pero al menos tenga presente que sí encontrará en ellos un buen disfrute. Que viva la Feria del Libro, que viva mucho tiempo.

Y eso no es nada, apenas termina la FIL de la Aduana empieza la de la Independencia que organiza la Editorial Costa Rica y fue una idea que tuvimos don Víctor Muñoz y este servidor hace como 3 años. Me tocó organizar la primera, después como premio a mi gran trabajo, me despidieron de la Editorial. Ironías de la vida, ya todo lo habían confabulado algunos mediocres que no valen la pena ni voy a mencionar.

Las Ferias son una gran oportunidad y quizás la solución más viable que he visto para que las editoriales nacionales saquen sus libros de las bodegas. En diciembre realizaban la de Navidad y no he vuelto a ver que la Cámara la realice. Igualmente las ferias regionales se han perdido. Como dijo don Manuel Obregón en una entrevista que le hice hace unos meses, es en la periferia donde hay más ansiedad y demanda de productos culturales. Si los llevamos a ellos, los obtendrán. Es necesario que la Cámara del Libro realice un eficiente Plan Nacional de Ferias.

Las Ferias del Libro son un encuentro con los libros, con la gente, con la palabra, la forma más eficiente de dinamizar el mercado librero nacional. Los veo en las Ferias, los veo en los libros...

martes, 3 de agosto de 2010

La necesidad de una cultura inclusiva y democrática

En literatura también podemos defender ideales políticos porque, aunque algunos digan la literatura es apolítica (expresión sin sentido por sí misma), la política ronda, se enrosca como serpiente o se endulza como princesa, en todo quehacer humano en sociedad. Dejemos la utopía hipócrita, cabalgar en las esferas de la sociedad también hace fuertes a los creadores de las palabras.

Podemos lograr un cambio y un avance significativos para los escritores si solo nos dejamos de majaderías y empezamos a unirnos como gremio orgulloso, pero maduro. La madurez no es solo una acepción humana, se trata también de adquirir la cualidad de evolucionar y crecer, de mejorar y aportar voces que digan y dejen algo al futuro.

Este comentario viene a colación por el tema de PROARTES. La asesora de prensa del Ministro Obregón, Lorna Chacón, nos aclaró desde el despacho del Ministro, que PROARTES no puede cambiar este año, pero que está en estudio para hacer los cambios pertinentes el próximo año 2011.

Desde la anterior administración, con María Elena Carballo, le preguntamos y solicitamos expresamente la necesidad de incluir literatura y artes plásticas fueran incluidas en PROARTES. Ella dijo que lo estudiaría, pero quedó en nada hasta ese momento.

Obregón fue interpelado por este servidor antes de iniciar su ministerio y dijo no conocer sobre la exclusión, pero que apoyaría deshacerlo. Así lo manifestó en entrevista reciente en el sitio que ustedes conocerán. La única diferencia notable es que él dijo "próxima convocatoria" pensando que sería el próximo año, pero en realidad son DOS por año. La iniciativa sigue completamente VIVA y URGENTE.

Obregón mantiene su criterio de una cultura inclusiva y amplia hasta el momento y somos del criterio que, administrado o no por el Melico Salazar, PROARTES debe ser para TODAS las artes. Todos deben saber que ESCRIBIR una obra literaria es mucho más que publicarla y dedicar tiempo a un proyecto de arte plástico es mucho más que verlo expuesto, como estructurar una obra escénica es mucho más que presentarla en las tablas.

Como escritores nos toca defender el propósito establecido, entender que como escritores podemos recibir una subvención para desarrollar nuestra obra y darle valor en la imaginería cultural que estamos creando incansablemente.

Y apenas estamos empezando.