jueves, 30 de septiembre de 2010

El mito de que los talleres no deben pagarse

Hace unos días el poeta David Cruz decía que su Facebook esto: "No creo en los talleres literarios que hace la gente cobrando, si bien pueden enseñarse cosas, en el fondo es engañar a la gente, donde más se aprende es en talleres de amigos y tertulias, nadie puede enseñar a escribir a nadie..." Mi respuesta fue la siguiente y quiero compartirla aquí, porque me parece que ese pensamiento no es correcto y por mucho.

El tema de que los talleres son un grupo de compas en un vacilón no solo es falto del concepto taller en sí mismo, sino que además es una reunión de amigos para disfrutarse mutuamente, no para mejorar su escritura. Eso no está mal, pero no es un taller.

Ese mito de que los talleres son gratuitos es peor, porque eso implica que el facilitador del taller, que normalmente tiene más conocimientos y pedagogía, debe regalar su trabajo. Esa creencia es de origen socialista, donde los talleres se daban para adoctrinar, para hacer grupos, sectas que defiendan sus obras o las del "Pastor" del grupo. Muchos incluso defienden talleres gratuitos en las universidades, pero ¿creen que los profesores los dan por nada? Falso. Ese mito debe erradicarse mientras vivamos en una sociedad capitalista, donde la operación arroz y frijoles se debe resolver y donde el conocimiento debe ser pagado, porque es un servicio.

La persona que paga no es pobre, porque eso significaría poner a todos los que pagan por una educación (secundaria o universitaria) como pobres. Esos determinismos, con todo respeto, no son más que soberbia de escritor. Decenas de personas han pasado por el taller que imparto, que tiene también un período de curso, que salen a publicar, a escribir más y superarse contentos, satisfechos por lo que han aprendido y por lo que han mejorado y superado. Decenas de ejemplos también tengo de obras de estos escritores que iniciaron muy mal y terminaron haciendo cosas de buena calidad. Muchos incluso diciendo que el curso vale más de lo que se paga.

Así que David, NO HAY ningún engaño, se da un servicio y ese servicio tiene productos positivos. Mientras eso sea así, no hay ningún tipo de engaño y es ofensivo incluso pensarlo así.

Y claro, escribir se aprende escribiendo y leyendo, lección básica al empezar cualquier taller de literatura serio.

Ahora bien, si usted piensa que el taller no le sirve simplemente no lo tome, porque de hecho no le servirá. Pero es un hecho comprobado que a muchos, conocidos y no conocidos, les ha servido de mucho; incluso para crear proyectos literarios de gran calidad y trascendencia.

Y por último, un taller no pretende enseñar a escribir (eso se aprende en la escuela), un taller pretende ayudar a mejorar la escritura, a poner la obra a interactuar, a la crítica y la autocrítica, al cotejo de los errores y virtudes, al descubrimiento de nuevos conocimientos, a la actividad permanente, al desbloqueo, al análisis, al pensamiento compartido y sin compartir, a la apertura de puertas e ideas. Eso y mucho más es un taller serio y bien estructurado, el que trabajo, sin falsa modestia, lo es. Así lo he ido trabajando durante más de 4 años.

Por último, claro que hay algunos que salgan insatisfechos, normalmente porque llegaron con expectativas desmedidas o equivocadas, como un afán desesperado por publicar por ejemplo, o pretender que en 3 semanas ya tendrían todo resuelto. Pero no llegan al 5%. ¿Podría usted pretender que en todas las clases de una universidad haya un 100% de satisfacción de sus alumnos? No lo creo.

Ese es un mito, la realidad es otra.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

La cultura patética

Obregón plantea llevar cultura a las comunidades por su entusiasmo demostrado (ej: el teatro y libros venden en comunidades). Yo creo en eso. Pero esa excusa no viene al caso cuando se trata de rebajar el presupuesto del Ministerio de Cultura, o aún peor cuando ahora Alicia Fournier propone, con el aval del Ministerio, una rebaja a los premios nacionales (más información aquí)

El tema de fondo es que hablamos de migajas. Evelyn Ugalde ha dado datos sobre el presupuesto, patético, de la Dirección de Cultura. No es cosa de empleados, ni de comunidades, el tema es proyecto de país. El presupuesto de cultura es miserable (0,56%) y así no se puede hacer cultura, simple. Entonces se inventan recortes: premios nacionales, sin pensar mejor en el tema y sin consultar a los creadores sobre, ya mencionadas en el amplio debate que hemos hecho en FB, las soluciones que tenemos para el tema. Se requiere cambiar los premios, pero no es la propuesta que los creadores visualizamos, lo dijo bien Uriel. Recortar a los premios, como a cualquier otra actividad, es recortar la cultura.

Lo que el gremio cultural, en general, requiere, CON URGENCIA AHORA O NUNCA, es reclamar un presupuesto digno con el gobierno. Obregón trata de sobrellevar el ministerio, pero con recortes y migajas del país hacia la cultura, eso no es posible. No es necesario neurosis al respecto, es necesario poner las manos en el fuego y entender, de una vez por todas, que la cultura no puede ser más cenicienta, la literatura tampoco.

Obregón nos prometió ampliar PROARTES para literatos y artes plásticas, pero me pregunto ¿y ahora de dónde sacarán la plata para hacerlo entonces?

Por último: los premios no son premios en realidad, sobre todo los literarios, en realidad son un aporte a la creación literaria. Cada escritor merece un premio nacional (su aporte económico) por cada libro que publica. Dedica horas profesional inconfesables y recibe migajas de su comercialización, cuando gana el premio nacional apenas recibe algo de su trabajo. Pero, ¿todos los demás? Chupan dedo, aspirando al menos currículum y algo de ego. Más que premios nacionales, en resumen, necesitamos PROARTES LITERARIO, con cantidades decentes para realizar nuestros proyectos literarios.

Y en el tema de premios nacionales, solamente una reforma inteligente y que sea producto del concurso de todos. La actual es solo una ocurrencia sin sentido e ilógica.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Un presupuesto burlesco

En CulturaCR.NET informamos que el presupuesto presentado por el Ministerio de Cultura para el año 2011 será de apenas un 0,56% del Presupuesto Nacional. Algo realmente patético para un país que se precie de medianamente culto, una burla para la gran cantidad y calidad de la creación cultural del país y, sobre todo, una pena que le desgarra el pecho a cualquiera que crea en la cultura como una solución viable y efectiva de los problemas sociales del país.

El proyecto de país no incluye la cultura, es todo, ce tout, como dirían los francesas. Estamos hablando que el Ministerio de Hacienda le impuso -negociación es mucho decir- al bien intencionado Ministro de Cultura, una cantidad exigua, de burla. A pesar de que el Ministerio pidió 36 mil millones, les dieron solo 30 mil. Es decir, a pesar de la bicoca de 36 mil millones, aún así la rebajan, aunque no conocemos los motivos.

¿Cómo hacer cultura con la mitad de UN PINCHE punto porcentual del presupuesto de un país? Don Manuel tiene fe en alianzas y préstamos como una que gestiona con el BID, así como el apoyo privado en conjunto con la acción de la gente en las comunidades. Su apuesta es por la descentralización. No obstante, él mismo había dicho que lo justo era un 4% para la cultura.

Ahora bien, la anterior Ministra, una de las más politiqueras y menos visionarias que hemos tenido, demostró sin embargo orden en la administración e incluso logró gastar la mayoría del presupuesto y lograr hasta un 0,8%, un poco más que el actual. Además tuvo buenas ideas como PROARTES y el SINEM, que hoy Obregón está reparando y continuando. ¿Podríamos decir que estamos retrocediendo en el rubro del presupuesto? Es difícil decirlo, sería cosa de analizar qué impuso Hacienda a Cultura para los siguientes años. Cuando escribo esto me llega un olor parecido al conflicto por el presupuesto universitario...

Pero pareciera que el mal es mundial, pareciera que es parte del proyecto de sociedad que predomina en nuestro tiempo. En Argentina, por ejemplo, también se manejan niveles del 0,3 al 0,5% del Presupuesto Nacional para esta cartera. En Inglaterra hace poco habían protestas por una disminución del 25% con respecto al año anterior. Pero también hay casos de aumentos, como el caso de Guadalajara, uno de los estados mexicanos que más invierte en cultura.

En consecuencia, es claro que compararse con otros países no viene al caso, tampoco compararse con lo anterior. Ottón Solís, por ejemplo, había dicho entre sus propuestas que daría el 1% para cultura, pero Obregón piensa en un 4% como lo justo. Si me preguntaran a mí, el 7% sería ideal, porque con ese 7% solucionaríamos la mitad del problema delincuencial del país, sin necesidad de destinar millonadas a la represión por delincuencia común y orientarse a la especializada.

La cultura es una inversión, no un gasto, y los gobiernos costarricenses siempre la han visto de la segunda manera. Error de estadistas y de visión, porque no lo son.

Un año más nuestra Presidenta, como otros antes, anda exigiendo en la ONU más plata para combatir el narco (emulando la verborragia que Arias ya tuvo una vez en ese mismo órgano mundial), pero aquí el gobierno solo invierte poco más de o,5% en cultura. A como están las cosas, ahora solo falta que la Comisión de Hacendarios de la Asamblea se le ocurra reducirlo un poco más.

Tenemos un presupuesto en cultura que da vergüenza, y no es culpa de Obregón o del Ministerio, o de la misma Carballo. Es un problema de la idea política que tenemos para hacer este país, una idea que ni siquiera es idea, y solamente se dedica a responder las exigencias de la prensa, olvidándose de lo que realmente necesitamos los costarricenses: más cultura, más creación. Mientras esa visión de país siga nada se podrá hacer, mientras los políticos empresarios sigan dominando las riquezas del Estado costarricense, el presupuesto se irá en otras direcciones, como el engaño absoluto en que se han convertido concesiones como Alterra y Autopistas del sol, entre otras.

Nuestra cultura merece respeto y ese porcentaje solo significa un desaliento terrible para quienes trabajamos por ella, sé que incluso desde el mismo ministro hasta el más detractor del ministro. Todos merecemos respeto, el lugar más que merecido que tenemos en este país. Como bien lo dijo Obregón, "damos más a este país de lo que este país nos da a nosotros". Yo intuyo que el mismo Obregón siente lo mismo que yo, pero no puede decirlo. Ni yo puedo afirmarlo.

Y no estamos pidiendo dineros para hacer memorias millonarias de 31,5 millones de colones como la que le hizo Redcultura a la ministra Carballo, estamos pidiendo dinero para trabajar mucho, en muchos proyectos que tenemos y duermen el sueño de los justos (y los sustos). Y sí, también para llevar también la cultura a la periferia del país, así como a los jóvenes.

Merecemos el lugar que merecemos, ningún otro.

lunes, 13 de septiembre de 2010

El paraguas es el invento más inútil que hay

En Costa Rica llueve unos nueve meses y siempre hay que cargar el bendito paraguas (o sombrilla), porque además en un país de microclimas, en cualquier momento se topa uno con un chaparrón, o por lo menos una llovizna. Pareciera que el paraguas es imprescindible para el tico, pero no es cierto.

Durante años he prescindido la mayoría del tiempo de ese aparatejo usurpador de espacios y martirizador de olvidados. Tener paraguas es un martirio, aceptémoslo. Si compras uno grande posiblemente no te mojarás mucho, pero deberás cargarlo por mucho tiempo con gran incomodidad en buses, carros, oficinas, salas de espera y todos esos espacios urbanos que, en su mayoría, no están pensados (curiosamente en este país) para ellos. Y ojo que el paraguas no lo deje desnucado tratando de meterlo a un taxi o un carro, que sería lo menos malo, no vaya a ser que se lo metés -por accidente- a un pobre cristiano en el trasero; sin contar con que le mojarás la tapicería al dueño del carro y fruncirá el ceño como diciéndote: "Por qué andás esa porquería". Ningún espacio en la urbe de un país tropical y lluvioso como Costa Rica está diseñado para el instrumento más asiduo la mayoría del tiempo.

Entonces podrías comprar uno pequeño, que no sea tan incómodo, pero seguro te mojarás hasta la última uña del pie, no hay salvación de la cintura para abajo. Claro, si no es que la sombrilla pequeña sale volando y se destartale en media calle, ante la primera ráfaga de viento. O la dejés mal puesta y pase algún amigo de lo ajeno y le eche mano, en cuyo caso no será culpa de la sombrilla, no por ahora, porque al nuevo ladronzuelo igual no le servirá de mucho.

Pero digamos que aceptaste cualquiera de esos dos martirios (el paraguas grande o el pequeño) y lo pensaste como un mal menor. Entonces entra el problema de recordarlo, tenés que andar pendiente en todo lado, a toda hora, si llevabas el bendito paraguas o si no lo llevabas. Y si siempre lo llevas, siempre habrá un momento de olvido, una distracción, un desliz, una preocupación, una molestia, que desvíe tu atención y lo dejes en algún lugar, normalmente el bus, el taxi, alguna oficina, un bar, el restaurante o incluso en alguna esquina de la ciudad. Todas las neuronas gastadas en resolver el problema del paraguas cuando podías estar pensando en lo importante.

Y si aún así usted acepta, o tiene que aceptar, la "necesidad" del paraguas, entonces se encontrará con que, sea como sea, de mil o de cinco mil pesos, pequeño o grande, de buena o mala calidad, el paraguas nunca tapa bien del agua y siempre habrá zapatos empapados, pantalones, enaguas, piernas, zapatillas, calcetines mojados y generando hongos y dolor de pies, incluso los brazos o hasta la cabeza es víctima de alguna ráfaga de viento o, en muchos casos, de chorros de agua que caen de los aleros, de los edificios que no tienen aleros, de los paraguas de los demás...

Eso sin mencionar que los paraguas baratos no sirven para nada, no es raro escuchar que la gente diga "paraguas inservible", pero además que hasta los caros tampoco sirven para nada, en poco tiempo se descoserán, se quebrarán sus varillas, se romperán, se doblarán, etc., etc. Son los útiles más inútiles que hay, con el diseño perfecto para dañarse ante la mínima exigencia. Y eso que han inventado opciones, una vez había unos tipo cono que se enrollaban y se hacía pequeños aunque fueran grandes de cobertura. Un día de estos vi unos que además sirven como bastón para personas mayores, con caucho en la punta y agarradera.

La ciudad en Costa Rica usa paraguas pero no está pensada para ellos. Andar con un paraguas en ella es peor que andar sin él, la gente te moja, invade tu espacio, te empuja y vos hacés lo mismo a la gente; es una guerra de paraguazos por las aceras. Los edificios tiran el agua a la calle en chorros monumentales porque no tienen adecuadas canoas y bajantes. Las alcantarillas se saturan e invaden tus pies, el de la par sacudirá el suyo al lado tuyo y...bueno, muchas cosas más. Es toda una calamidad.

Ahora bien, resulta que después de andar todo el día, obsesiva y dedicadamente, cuidando y cargando un susodicho paraguas, el aparato solamente nos sirve, perdón, nos medio sirve, por unos minutos, mientras recorremos unas cuadras, tal vez docientos metros a la pulpería, hacia el bus o hacia la oficina que vamos a visitar. Un porcentaje de menos de 1% del tiempo que lo andas, posiblemente, te sirva, excepto que lo quieras usar para darle un paraguazo a algún ladrón o chapulín; que podría ser peor, porque esos ahora no huyen como en las pelis, sino que se vuelven y te hace un hoyo en el cuerpo.

En todo caso, hasta puede ser que te caiga un rayo y quedés como la imagen del Coyote -con los huesos en radiografía- cada vez que explotaba el ACME, en su eterno intento fallido por someter al Correcaminos. En ese caso el paraguas hasta podría atraer el rayo hacia vos.

Yo sé que puede haber más razones en contra del paraguas, tenemos que ser francos, "esa vara" no sirve para nada, la solución para un país como este es una capa de cuerpo entero, pero entonces tenemos otro problema: si los demás no las usan entonces los andaremos mojando al contacto.

Entonces, ya que estamos en la discusión sobre si el Estado debe o no ser represivo yo propongo una Ley para prohibir la venta de paraguas en el país. Eso sí, cuando tenga lista la aprobación de la Ley, me asociaré con algunos ricachones, para ponernos una empresa de importación de capas; así me sentiré político alguna vez en la vida...

Asociación de Autores en el laberinto legal

Quizás usted no sepa de qué hablo, no es un tema tan popular como el del Restaurante Buca o el tema de los retenes y la Sala IV, pero este tema es un ejemplo de cómo muchas cosas se realizan en este país. Mejor dicho: no se realizan en este país.

Todos conocemos la maraña legal de Costa Rica. Esa maraña está ahora enredando más y más la situación de una Asociación de Autores de Obras Literarias y Científicas que no sabemos si está extinta legalmente, pero sí en la realidad. Creada en 1959, esa entidad nació para que los autores tuvieran casa, pero ahora solo sirve para nombrar unos puestillos vacilones: jurados de premios nacionales. Fue creada junto con la Editorial Costa Rica, por Ley de la República y durante algún tiempo aglomeró a escritores costarricenses, los científicos (naturales) nunca fueron parte de ella, solo aquellos que quisieran y escribieron ensayos "científicos".

En la actualidad un diferendo sobre la extinción o no de ella tiene en un juego de palabras a Delia McDonald y Juan Murillo, en el que lo único claro es que hay una maraña legal, un laberinto de tejidos jurídicos impronunciable alrededor del problema. Pareciera que al final será la Sala IV la que decida, porque la Procuraduría dice una cosa, la Ley de Asociaciones otra, el Registro de la Propiedad otra, Murillo interpreta por un lado, McDonald por el otro. Y también hay quienes se solazan viendo el bochinche y diciéndose: ¿para qué pierden el tiempo en eso, no es la primera ni la última disputa alrededor de esas entidades creadas en el 59?

Pero hoy esa Asociación no tiene ningún sentido, su existencia no se justifica y haría bien alguien(un miembro) con pedir su extinción y ejecutar el proceso, si es así como se liquida definitivamente. La entidad trabajó sin actas, sin ser inscrita en el Registro, durante años, nombrando jurados fantasmas como el de Claudio Monge -ahora diputado- que hizo ganador a la polémica novela sobre misoginia de Carlos Morales, su gran amigo y compadre, tanto así que hasta Monge le escribió un poema y lo publicó en el Semanario Universidad dándole apoyo incondicional. Indistintamente de que la novela plantea en su lectura un "desquite" de Morales contra las mujeres que lo había acusado de abuso sexual cuando fue director del Semanario Universidad, no puede tolerarse el manejo de influencias y argollas para seguir dictaminando premios nacionales, sin ninguna pena ética posible. Eso es repudiable. Luego la Asamblea el PAC lo premió con darle el primer lugar de Heredia, es decir, una diputación. Episodio triste en este partido.

El Ministro Obregón nos dijo, en entrevista, que él estaba trabajando para crear una NUEVA asociación de ESCRITORES, que tendría como casa la antigua estación de tren al Atlántico. Sería genial que la nueva "camada" de escritores asumamos esta entidad y nos hagamos presentes, para merecernos un nuevo espacio de creación, de proyección internacional y de empuje decidido. La idea de Obregón es lo más saludable, ojalá él ahora decida promover la liquidación de esa entidad, o simplemente buscar algún recoveco legal que permita eliminar el puesto de jurado de los premios nacionales desde esa Asociación fantasma. Ya con eso simplemente no existirá, no tendrá motivo, porque en este momento solo para eso sirve.

En conclusión, en el mundo pragmático, cuando ya la compu definitivamente no prende y solo gasta electricidad, quizás sea tiempo de comprar una nueva. En todo caso, las instituciones las hacemos nosotros, los humanos; si nadie vuelve a la vieja y apoya la nueva iniciativa de Obregón, entonces se extinguirá de hecho.

En todo caso, es necesario tener una Asociación Costarricense de Escritores y Escritoras, una entidad que defienda y coadyuve a la dinamización del proceso literario de nuestros escritores.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Publicidad Google: pésimo negocio para sitios web

Hace como año y medio, ante la falta de apoyo de las empresas e institucionales nacionales a la cultura, acudí a la publicidad Google esperando por lo menos pagar con ella el hospedaje del sitio CulturaCR. En aquel momento había decidido dejar el proyecto tirado y dedicarme a ser bartender, podía ganar bien y sobrevivir con dignidad económica. Como bartender quizás ya tendría casa propia, pero estaría sin pulmones y posiblemente amargado por no hacer lo que quiero hacer en la vida. En ese momento me incliné por usar el sistema de Google Adsense (publicidad de Google) para poder seguir con el proyecto de CulturaCR (ya había perdido incluso el dominio culturacr.com por la misma intención de dejarla tirada, luego tuve que adquirir el .net, porque un filipino ladrón me lo revendía ahora por una cantidad alta). Y el primer año esta publicidad me dio la bicoca de $100,oo de ingreso, con eso pagué el hospedaje y hasta me sobró para comprarle algo a mi hija. Qué fiasco.

Este sistema le paga al sitio por cada clic que las personas hacen, algo así como un $0,01 por cada clic. Y le cobra a la empresa como 100 veces más. Tiene un sistema con una ecuación jalada del pelo que al final siempre te jode, simple. Para hacer que la gente haga clic en esa publicidad hay cualquier cantidad de artimañas, pero ninguna que yo considere honrada. Y por supuesto, tienes que tener miles de visitantes por día, que en cultura no se logran excepto que pongás desnudos en la web. CulturaCR tiene una página sobre 100 razones a favor del nudismo que es más visitada que todas las demás juntas durante el día, gracias al buscador de Google. Después está la de la nota sobre el nudismo colectivo en la Plaza de la Cultura. Entonces el sitio no es tan popular como uno que se dedique a temas de nudismo o a generar polémica todos los días con temas vox populi como el maltrato a la pareja gay en Buca, o cualquier otro similar, en el que hasta los blogs deben someterse al imperio de la noticia que vende al pueblo que no gusta, no siente atractivo suficiente por la cultura. Esa masa que aún ve la cultura como sinónimo de grandes, de élites o de "nerdos".

Este año lo intenté de nuevo y la decepción ha sido peor. En realidad no me explico por qué sigo de ingenuo haciéndolo, poniendo los anuncios de Google, que al final no dejan nada, ya nadie los "cliquea", solo los ve, los reconoce y los evita. Me di cuenta de mi estupidez en los últimos días, cuando noté que salían anuncios de Coca cola que, literalmente sin pagarme un cinco, podían ser vistos por cientos de personas diariamente, posicionar su imagen y si la persona no hace clic, simplemente ellos no pagan ($0.01 o algo parecido). Lo mismo con un colegio privado del país que salía aprovechando el prestigio y posicionamiento del sitio para emitir su mensaje sin pagar. Sí, lo sé, no es posible creer que yo haya sido tan bruto, ni yo me lo creo. En realidad era algo que tenía postergado y, quizás en el fondo, lo dejé para aprender cómo obran estas transnacionales cibernéticas de la actualidad.

La publicidad de Google solo beneficia a los grandes y no tiene ningún sentido ponerla en nuestros sitios web, que trabajamos con ahínco todos los días, sirviéndoles a otros a cambio de migajas, ni siquiera propinas. Me sentí mendigo con ella y procedo a eliminarla. Lo único malo es que perderé $30 que llevo acumulados, permítanme esta ironía, que no cobraré nunca, porque solo pagan un mínimo de $100. Y ni siquiera permiten usarla en publicidad por lo menos, para promocionar algún servicio. Me di cuenta que, además, iba a llegar a diciembre y ni por sueño completaría esos $100, mientras tanto cientos de empresas estarían haciendo miles de dólares con mi trabajo. La verdad es que en cosas de mercado y finanzas siempre he sido bastante ingenuo.

La publicidad de Google apesta, no permita que otros se sirvan de su valioso trabajo.

En tanto la web parece que solo es una quijotada que seguirá solo por mi perseverancia, o por mi terquedad quizás. No sé hasta donde.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Los alcances de una feria exitosa y mal organizada...

Por andar escribiendo a altas horas de la noche -o tempranas horas de la madrugada- me equivoqué y puse un comentario en mi otro blog ("Todo es puerta") que debió estar aquí. Pero nada pasa, les dejo aquí el enlace para que puedan leerlo y dejar sus comentarios, si así lo estiman:

Los alcances de una feria exitosa y mal organizada...
http://todoespuerta.blogspot.com/2010/09/los-alcances-de-una-feria-exitosa-y-mal.html


Saludos y éxitos en su labor.