En Costa Rica llueve unos nueve meses y siempre hay que cargar el bendito paraguas (o sombrilla), porque además en un país de microclimas, en cualquier momento se topa uno con un chaparrón, o por lo menos una llovizna. Pareciera que el paraguas es imprescindible para el tico, pero no es cierto.
Durante años he prescindido la mayoría del tiempo de ese aparatejo usurpador de espacios y martirizador de olvidados. Tener paraguas es un martirio, aceptémoslo. Si compras uno grande posiblemente no te mojarás mucho, pero deberás cargarlo por mucho tiempo con gran incomodidad en buses, carros, oficinas, salas de espera y todos esos espacios urbanos que, en su mayoría, no están pensados (curiosamente en este país) para ellos. Y ojo que el paraguas no lo deje desnucado tratando de meterlo a un taxi o un carro, que sería lo menos malo, no vaya a ser que se lo metés -por accidente- a un pobre cristiano en el trasero; sin contar con que le mojarás la tapicería al dueño del carro y fruncirá el ceño como diciéndote: "Por qué andás esa porquería". Ningún espacio en la urbe de un país tropical y lluvioso como Costa Rica está diseñado para el instrumento más asiduo la mayoría del tiempo.
Entonces podrías comprar uno pequeño, que no sea tan incómodo, pero seguro te mojarás hasta la última uña del pie, no hay salvación de la cintura para abajo. Claro, si no es que la sombrilla pequeña sale volando y se destartale en media calle, ante la primera ráfaga de viento. O la dejés mal puesta y pase algún amigo de lo ajeno y le eche mano, en cuyo caso no será culpa de la sombrilla, no por ahora, porque al nuevo ladronzuelo igual no le servirá de mucho.
Pero digamos que aceptaste cualquiera de esos dos martirios (el paraguas grande o el pequeño) y lo pensaste como un mal menor. Entonces entra el problema de recordarlo, tenés que andar pendiente en todo lado, a toda hora, si llevabas el bendito paraguas o si no lo llevabas. Y si siempre lo llevas, siempre habrá un momento de olvido, una distracción, un desliz, una preocupación, una molestia, que desvíe tu atención y lo dejes en algún lugar, normalmente el bus, el taxi, alguna oficina, un bar, el restaurante o incluso en alguna esquina de la ciudad. Todas las neuronas gastadas en resolver el problema del paraguas cuando podías estar pensando en lo importante.
Y si aún así usted acepta, o tiene que aceptar, la "necesidad" del paraguas, entonces se encontrará con que, sea como sea, de mil o de cinco mil pesos, pequeño o grande, de buena o mala calidad, el paraguas nunca tapa bien del agua y siempre habrá zapatos empapados, pantalones, enaguas, piernas, zapatillas, calcetines mojados y generando hongos y dolor de pies, incluso los brazos o hasta la cabeza es víctima de alguna ráfaga de viento o, en muchos casos, de chorros de agua que caen de los aleros, de los edificios que no tienen aleros, de los paraguas de los demás...
Eso sin mencionar que los paraguas baratos no sirven para nada, no es raro escuchar que la gente diga "paraguas inservible", pero además que hasta los caros tampoco sirven para nada, en poco tiempo se descoserán, se quebrarán sus varillas, se romperán, se doblarán, etc., etc. Son los útiles más inútiles que hay, con el diseño perfecto para dañarse ante la mínima exigencia. Y eso que han inventado opciones, una vez había unos tipo cono que se enrollaban y se hacía pequeños aunque fueran grandes de cobertura. Un día de estos vi unos que además sirven como bastón para personas mayores, con caucho en la punta y agarradera.
La ciudad en Costa Rica usa paraguas pero no está pensada para ellos. Andar con un paraguas en ella es peor que andar sin él, la gente te moja, invade tu espacio, te empuja y vos hacés lo mismo a la gente; es una guerra de paraguazos por las aceras. Los edificios tiran el agua a la calle en chorros monumentales porque no tienen adecuadas canoas y bajantes. Las alcantarillas se saturan e invaden tus pies, el de la par sacudirá el suyo al lado tuyo y...bueno, muchas cosas más. Es toda una calamidad.
Ahora bien, resulta que después de andar todo el día, obsesiva y dedicadamente, cuidando y cargando un susodicho paraguas, el aparato solamente nos sirve, perdón, nos medio sirve, por unos minutos, mientras recorremos unas cuadras, tal vez docientos metros a la pulpería, hacia el bus o hacia la oficina que vamos a visitar. Un porcentaje de menos de 1% del tiempo que lo andas, posiblemente, te sirva, excepto que lo quieras usar para darle un paraguazo a algún ladrón o chapulín; que podría ser peor, porque esos ahora no huyen como en las pelis, sino que se vuelven y te hace un hoyo en el cuerpo.
En todo caso, hasta puede ser que te caiga un rayo y quedés como la imagen del Coyote -con los huesos en radiografía- cada vez que explotaba el ACME, en su eterno intento fallido por someter al Correcaminos. En ese caso el paraguas hasta podría atraer el rayo hacia vos.
Yo sé que puede haber más razones en contra del paraguas, tenemos que ser francos, "esa vara" no sirve para nada, la solución para un país como este es una capa de cuerpo entero, pero entonces tenemos otro problema: si los demás no las usan entonces los andaremos mojando al contacto.
Entonces, ya que estamos en la discusión sobre si el Estado debe o no ser represivo yo propongo una Ley para prohibir la venta de paraguas en el país. Eso sí, cuando tenga lista la aprobación de la Ley, me asociaré con algunos ricachones, para ponernos una empresa de importación de capas; así me sentiré político alguna vez en la vida...
6 comentarios:
Interesante y divertido razonamiento, pero en mi caso no me desprendo de mi sombrilla.
viva la capa!!! es mucho mas comoda uno tiene sus 2 manos libres! yo tengo una bebe y el coche de ella tiene capa pero sin una capa para mi se me hace muy dificil poder salir cn el coche ya que no puedo manejar el coche cn una mano!
Muy importante el comentario . No me imaginaba todo lo que se puede decir de un paraguas. Lo que sirve y lo que estorba. Pero... con un buen aguacero y tener que bajarse del bus, sin él no lo quiero ni pensar.
La capa claro que es muy útil, pero el calor que ella produce y el resfrío cuando me la quito, está seguro.La verdad es que todo tiene sus peros.
Adelina Campos López.
Amigo Debrús:
En la estación lluviosa siempre llevo en mi mochililla una capa impermeable (valga decir) finísima, con su gorro y todo que me cubre hasta los tobillos. Pesa la décima parte de un paraguas pequeño, y, amigo, cómo sirve!
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
...así, cuando veas a un viejo cabezón de capa azul por medio San José gritame: "Ey, Ruffino, cuidado se moja". Jajajaja!
Ojo, le faltó chispa como parodia... no pasa de ser una enumeración.
Saludos!!!!
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