jueves, 24 de marzo de 2011

Cine costarricense: entre reinventarse o morir.

Después de asistir a varias premieres de cine tico, a ver cómo las películas ticas no duran algunas ni una semana en taquilla (con la notable excepción de Gestación), me he sentido con ganas, pero a la vez compungido, de comentar al respecto.

Entiendo que el panorama del cine, como el de la literatura o el teatro ticos, no es fácil en una sociedad glabalizada o masificada, donde las transnacionales comercializan todo lo que leemos o vemos en las salas de cine, de teatro, o de casa. Entiendo que hacer cine es difícil y muy caro.

Sin embargo, yo creo que una buena dosis del (des)éxito nacional con el cine se debe a la falta de una comprensión de respeto, consideración y relavancia del espectador. Hacer literatura, como hacer cine, sostengo, requiere pensar que yo escribo para un receptor, y que a ese receptor le puedo gustar o no, pero al menos debo entregarle algo que busque cautivarlo, persuadirlo, gustarle.

Y eso no quiere decir que voy a crear solo para vender, para repetir refritos y lugares comunes que gustan a todos, NO. Se trata de innovar, ser creativo y original, buscando las fórmulas o las obras que aporten tanto gusto del lector como calidad interpretativa. En estos momentos, mucho del cine nacional (como de la literatura) se excusa en ser "cine de autor", o "literatura de autor", o me imagino que "teatro de autor", si eso cabe. Y yo siento que me están diciendo que el cine de autor es hacer el cine que el autor quiere sin importar el resultado, sin importar la taquilla, sin pretender cautivar al espectador. Yo no sé usted, amigo lector, pero yo no puedo entender un proceso de comunicación donde solamente vale el emisor, mientras el receptor no importa.

Y eso me lleva, principalmente, a los guiones de nuestras películas. La mayoría de las que he visto tienen evidentes carencias de creatividad y novedad, y muchos guiones quizás interesantes son mal elaborados en la imagen. "Agua fría de mar", por ejemplo, tiene una idea cautivante, con un guión casi invisible, con una secuencia demasiado lenta, en fin una película que aburre a cualquier mortal (en la premier vi a varios literalmente durmiendo en la butaca y eso me dolió como si fuera mía la película). No obstante, yo confieso que me gustó mucho la propuesta, digamos que me sedujo, aunque eso no quite que carezca de un guión y un ritmo digamos cautivante. Y sé que como yo, muy pocos hay. "El sanatorio", "Donde duerme el horror", "Asesinato en el meneo", entre otras, por ejemplo, tienen pésimas ideas de guión, dan pena ajena.

Pero si nosotros tenemos muy buenos escritores, ¿por qué no hurgar un poco en la literatura creada en el país? ¿Por qué no aliarse con ellos? ¿Será que los cineastas tampoco leen? ¿Será que se quiere ahorrar el recurso, o el cineasta piensa que él es un buen escritor? Zapatero a tu zapato. Rara vez leo en los créditos un guionista de cine o televisión al que le conozcamos una obra literaria destacable. En todo caso, dejo abierta la inquietud, sobre uno de los grandes vacíos del cine nacional hasta hoy.

Debemos considerar, además, varios puntos al respecto:

  1. Ya hay varios fondos de apoyo al cine nacional, como Cinergia e Ibermedia, ambos mixtos; el primero apoyado por una fundación holandesa, el segundo impulsado por gobiernos del área.
  2. Asunto aparte es el tema de los guiones en la producción de películas nacionales. Ya conocemos de lo caro de la pos-producción y de los recursos técnicos en general, así como de los actores (aunque yo no sé qué tan caros sean en realidad). La mayoría de películas nacionales carece de historias convincentes, fuertes, originales y atractivas para el público. Véase, por ejemplo, "El Sanatorio" o "Donde duerme el horror". Esta última intentó impostar la "escuela" de Hollywood y en lugar de miedo lo que dio fue risa, con una producción cara, buenos actores, pero sin fuerza de guión y dirección. Algunos tratan de hacer historias muy ticas, con resultados muy ticos: huecos y vacíos en los guiones, partes que quedan en el aire y falta de continuidad en el eje narrativo de la peli. Eso es triste, porque da al traste con todo lo demás. Una buena historia ya es posiblemente la mitad de una buena obra.
  3. Hay películas ticas buenas, trabajos de seriedad, no experimentos muy caros que la gente sabe hacia dónde van. "A ojos cerrados" de Hernán Jiménez o "El último comandante", son ejemplos de buenas historias, bien narradas, en el cine tico. Lástima la lentitud de "Del amor y otros demonios", el controversial y aburrido guión de "Agua fría de mar" (que a mí, en el fondo, me gustó como texto narrativo, pero sé que a la mayoría no le gustó). Me gustó la experimentación literaria de "La región perdida", aunque no se lograra en muchas de sus partes. Esta última película, a mi gusto, mereció mejor trato; es loable la intención de establecer varios planos narrativos y el manejo del suspenso me pareció acertado.
  4. No hay más agua tibia con sal, el gran problema del cine tico es la distribución y, particularmente, la falta de apoyo nacional, principalmente de una prensa mediocre que solamente apoyo los esfuerzo de producción audiovisual que se relacionan con los intereses de producción de sus empresas mediáticas. Teletica solo apoya a La Zaranda o Hernán Jiménez, aunque por lo menos, hace notas de las otras películas. "Agua fría de mar" fue castigada por esta apatía de la prensa tica hacia su propio cine: en la premier solo estaba la cámara de Canal 15, mientras Paz Fábrega hablaba tranquila con sus amistades, sin ningún requerimiento de la prensa. Si la prensa no entusiasma a la gente, mucho menos la gente lo hará, acostumbrada como está al bombardeo de la trivialidad vacía de Hollywood.
  5. El cine tico ha movido algunos patrocinios interesantes, algunas empresas privadas han apoyado, en algo (aunque no lo necesario con decisión y empeño), películas costarricenses recientes. Caso especial para mencionar es el de Hernán Jiménez, quien recientemente intentó con éxito que la gente le financiara la post-producción de "El regreso", película que tiene previsto estrenar en mayo o junio, según me contó hoy.
El cine nacional tiene que reinventarse después de esta fructífera época, en que demostró que puede hacerlo, hacerlo bien y en buena parte de los casos hacerlo mal. Sin embargo, quien no sabe aprender de la crítica o de una experiencia negativa, quizás no merezca hacer lo que hace.

En todo caso es tiempo ya de sentarse a pensar y hacer esa conversación honesta sobre el cine costarricense, hacer valoraciones y análisis críticos, orientados a la calidad, la mejor, el avance, el crecimiento, la evolución, a todas esas palabras que signifiquen hacer buen cine tico.

sábado, 5 de marzo de 2011

De cómo la cultura anda un lastre...

Hoy iba orondo y lirondo, contento e ingenuo, a encontrarme con los parques de San José, "invadidos" -según este servidor- por la cultura y el sano entretenimiento. Y claro, tenía muchas noticias de que la cultura está haciendo cosas, que hay movimiento y mucha gente llenándose de deseos para ofrecer diversidad y posibilidades a las familias; de ofrecer cultura y creación antes que violencia y estupidez.

Y claro, siempre hay un maldito pero, que puede ser mucho o poco doloroso. Les cuento el antecedente: Veranos en el CENAC, EnamorAte de tu ciudad (supongo que el acento es en la A, porque pregunté al MCJ y nunca me dijeron), TransitARTE, Alajuela para los peatones y la programación habitual de la cultura en teatros y espacios de arte. Es decir, hay mucha cultura, mucho con demasiado como dicen algunos amigos.

Y claro, voy orondo y lirondo a encontrarme con todo eso, pero resulta que la gente... ¡brilla por su ausencia!

Entonces qué pasó, ¿mala divulgación? No lo creo, soy testigo de los esfuerzos realizados por los organizadores por dar a conocer los eventos. Entonces no lo sé, supongo que a los medios tradicionales esto no les vende, no les apetece, o no tienen creatividad para encontrar historias interesantes, cautivadoras, en el arte. Periodistas limitados.

Lo que sí me queda claro, a tenor de confirmación tras confirmación durante al menos un quinquenio, es que los costarricenses no somos un pueblo de arte ni de cultura, mucho menos de literatura. Si solo fuera por Facebook, Twitter y páginas de cultura, la información abunda. Ustedes saben que en CulturaCR, ejemplo más cercano, siempre estamos tratando de empaparnos de eso. Pero si además ves incluso en medios tradicionales, hasta en la Extra, algunas notas sobre estos eventos del mes más cultural del año (marzo), entonces uno no puede más que decirse, sí claro, lo que usted podría estar pensando: somos un pueblo sin arte, sin cultura y mucho menos sin literatura.

¿De dónde nace entonces el problema? Lo lógico sería pensar que en la educación, y pienso que en gran parte así es, pero no del todo. La educación ha tenido responsabilidad en el tanto ha carecido de varios acciones y preceptos: falta de ver al arte y la cultura como una materia tan importante como las demás, falta de criticidad y análisis en la enseñanza, carencia de una visión parcial de estilo Montessori, menos evaluacionismo, enseñar a amar el conocimiento y el arte por sí mismos...

Pero además hay otro tema de orden socio-político: nuestro sistema de sociedad, economía, política y sociedad es, les guste o no a muchos, neoliberal. Y claro, ¿eso con qué se come? Ya lo hemos dicho muchas veces: la competencia, la eficiencia, el materialismo desmedido, el interés (económico y social) por encima de valores humanos, la economía sobre la sociedad, el dinero sobre los seres humanos, la preeminencia de un (des)orden que conviene a solamente unos pocos pescadores que tienen las condiciones para verse exagerada e inmensamente favorecidos, aunque no sepan cómo sobre llevarlo, o no sepan cómo ser humanos con ellos. Los ricos más pobres que dominan el mundo. Costa Rica debe cambiar su sistema, debe creer más en sí misma como proyecto, como forma de vida y como forma de crear. Hacer cultura es más importante que hacer represión policial, invertir en el futuro es más importantes que invertir en la coyuntura que exigen los medios de comunicación.

La cultura no tiene demanda, es un hecho, pero debe seguir buscándola, debe seguir contando con nosotros, mientras podamos hacerla.