A propósito del tema de la escritura como desahogo (post anterior), quiero ahora recordar este poema con ustedes, sobre el desamor y la rabia, sobre el desamparo y el desahogo de una peste sin nombre...aunque lo tiene.
Gracias a alguien por ahí que me lo recordó, a mí particularmente me gusta mucho, sobre todo el final:
Una peste sin nombre
Para Syany, agotando las palabras que no escuchaste.
Hay algo con el amor
que huele a peste
y tiene lágrimas dulces
desde que se inventó el placer en la sal
y se mira en los lugares
que reinciden.
No necesita una noche más.
Solo se sostiene del semen imperecedero
que sigue llevando al viento,
cada vez que se desprende
del maldito recuerdo.
Los ojos se quedan inmunes
en su cansada búsqueda
de las colinas más bellas.
Se alimenta de resacas
que duermen
y no quieren respirar,
de la palabra en su juego de poesía
y se alimenta del asco
después de la traición.
Hay una peste incólume
en cada caño del amanecer
en las películas con finales felices
en la ironía febril
del amor que permanece en las llagas
y resiste,
en las monedas brillantes
que lleva una mujer en su mano
al tocarte.
El amor de repente
se ahogó en juego, en la polis del miedo,
en la estrategia del que menos siente.
Hay algo con el amor
que huele a peste.
No le pongamos nombre para que viva
y al menos hieda menos.
Abril, 2007.
1 comentario:
disfrute d leerlo...gracias
Publicar un comentario