Escribir es mágico, pero enseñar algo de cómo escribir, es impresionante, tanto para el que se supone instructor, como para quien se supone estudiante.
Cerca de los 4 años del programa de Talleres de CulturaCR.net, solo sé decir clichés, lugares comunes, frases trilladas, sobre todo lo discurrido en ese período. Sin embargo, hay ejercicios de honestidad intelectual que siempre externo. Tal vez puedan ser clichés para algunos sabihondos, pero que han ayudado a mucha gente a expresarse literariamente, incluido el escribidor de estas líneas.
Uno de esos "clichés" es que ojalá yo aprendiera bien todo lo que enseño.
Enseñar es un arte, más que crear en algunos momentos, desprenderse de sí mismo, sin egoísmo alguno, y someter todo lo que sabes a los demás, puede ser incluso más satisfactorio que haber creado lo tuyo propio. Y no me refiero al ejercicio de humildad, sino al del placer de poderle transmitir a otros lo que sabes, ese placer es mayor, porque se desprende de la soberbia y la arrogancia del comerciante privado de sí mismo.
El escritor que conozco calla ante mí, se tiene tanto miedo que oculta lo que sabe, porque le represento una competencia directa. El "instructor" que conozco adoctrina, más que enseña.
Intentar todos los días darse entero, con secretos y "mañas" incluidas, es un ejercicio de aprendizaje que me satisface incluso más, en muchas ocasiones, que escribir la obra genial que -de paso- no tantos apreciarán.
De todas maneras uno siempre espera que haya oportunidad de crear algo mejor y mejor, sin estar pendiente de los redondeos itinerantes de la literatura...
2 comentarios:
Aprender, pero mejor de los propios libros: el gran taller que no falla. Si el tallerista es bueno como escritor inculca el amor por la literatura. Generalmente más bien deforman al pupilo. Gran esfuerzo el tuyo.
Las políticas lectura del Consejo Superior de Educación, del cual forma parte el Ministro de Educación, decepciona. La lectura es la base del conocimiento, amplía el bagaje cultural... Pareciera que están encaminadas a desestimular el hábito de la lectura y, por consiguiente, de la capacidad de análisis.Abogo, también, por el rescate de nuestro bello idioma.
Publicar un comentario