viernes, 7 de septiembre de 2012

Nuestra Feria es para libreros, no para autores y editores.

Concluyó la Feria Internacional del Libro de Costa Rica con un balance positivo según algunos medios y, por supuesto, según la Cámara del Libro y del Ministerio de Cultura, que este año colaboró o -al menos- lo intentó.

El balance positivo se dio en el aumento de las ventas y en la visita de personas, principalmente sorpresivo el primer fin de semana. El aporte de la Diáspora Africana, con la venida del Premio Nóbel Derek Wallcot y sus actividades en la Casa del Cuño le dio también un realce a la tradicional Feria.

Desde que las ventas aumentan, aunque sea ligeramente, ya estamos de frente a cumplir con el objetivo principal de la Cámara del Libro. Sin embargo, la Feria apenas da pasos -dicen por ahí- hacia lo que podría ser mejor el próximo año, porque en realidad esta actividad sigue siendo la misma de todos los años: una feria para los libreros.

Cuando uno entra y ve que la mitad de espacio central de la FILCR lo ocupa la Librería Internacional y las representaciones de los países que -se supone- vinieron, entiende que esta feria no es internacional y es para que los libreros saquen sus saldos. Por supuesto, también beneficia a las editorial, sobre todo a quienes se fajan con una adecuada promoción, y logran hacer sus ventas.

No obstante, la verdad visible a todos es que son las editoriales quienes dan dinamismo a la feria, con reales y atractivos descuentos, así como su activa participación en las actividades. Este año, en particular, vimos cómo antiguas editoriales pequeñas -como Lanzallamas, Clubdelibros y Uruk Editores- ya están maduras y aportan mucho a la producción editorial, pero además muchas actividades y dinamismo.

Los eventos para dar a conocer los autores, las dinámicas literarias y culturales, la interacción entre autores y editoriales, entre editoriales y librerías, entre otras naturales de una feria (como sucede en Guadalajara), siguen estando ausente en esta feria. Los espacios para que las editoriales abran sus puertas a escritores talentosos nuevos, tanto como la posibilidad de que las librerías ticas abran sus vitrinas a los libros nacionales siguen estando vedados. Y muchos aspectos más que ya hemos mencionado en años anteriores.

Mientras la Cámara Costarricense del Libro no se ubique de que no solamente sirve a libreros y distribuidores, sino a editoriales y autores también, la FILCR seguirá siendo la misma gran librería de saldos abierta en la Aduana durante 10 días.

Y este cuento, sí, quizás les parezco, no es más que un refrito de lo mismo que hemos dicho en los años anteriores, lo que confirma que la CCL no escucha.

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