jueves, 13 de enero de 2011

El niño sabe llorar desde que nace, el adulto lo imita

Cuando nacemos ya sabemos llorar y hasta reír, cuando nos convertimos en adultos tratamos de imitarlos, aunque no lo hacemos nada bien.

¿Por qué el adulto quiere ser niño, el niño quiere ser adulto, el padre quiere ser niño y nadie quiere ser padre? Misterios de la inconformidad natural de los humanos.

Los divorcios se dispararon hace rato, pero yo diría que fueron ellos (más bien) quienes dispararon a las mujeres y hombres. En un mundo individualista, pareciera que no hay sociedad que valga, pero los niños nunca se enteraron.

3 comentarios:

Roncahuita dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Roncahuita dijo...

Al leerte pensé en que el concepto de pareja en matrimonio está tan afianzado culturalmente que no nos damos tiempo para pensar en otras opciones.

También me hice estas preguntas:

¿Por que no cada quien su casa y los niños en las de los dos?

¿Por qué tengo que vivir con alguien con quien no es posible la comunicación?

Geovanny Debrús Jiménez dijo...

Esas preguntas son sumamente válidas. El problema es que no son posibles por la inmadurez social, que se refleja en cada persona, cuando la mujer o el hombre se resiente y se desquite de muchas formas. También sucede que a veces uno de los dos no quiere la separación.

Pero en realidad yo quería plantear la pureza del niño en relación con los adultos, como vamos desvirtuando con el tiempo y convirtiéndonos en lo que alguna vez pudimos ser cuando éramos niños...

Y disculpas por responder tan tarde, había estado descontinuado del blog.